El caso se judicializó debido a que la Aseguradora de Riesgos del Trabajo (ART) sostuvo que se trataba de una enfermedad preexistente y que el episodio no tenía relación con sus labores habituales.
Sin embargo las pericias demostraron que el trabajador se cayó mientras realizaba sus tareas en la empresa, se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento. Estuvo una semana internado en terapia intensiva y murió a raíz de las complicaciones por una fractura de cráneo.
Los jueces que analizaron las pruebas determinaron que el episodio encuadraba en lo que establece la normativa de riesgos del trabajo y en consecuencia fijaron una indemnización para sus hijos.
Respecto del planteo de la ART, la sentencia refiere que no se acompañó en la causa ninguna evidencia médica que demuestre la existencia de las patologías que se mencionan como preexistentes y que tampoco se han agregado los exámenes preocupacionales de rigor ni los obligatorios chequeos periódicos que por ley deben hacerse a los trabajadores.
En función de lo que determina la ley, el fallo fijó una indemnización de 1.260.686,79 de pesos más intereses.