El hombre realizó primero gestiones extrajudiciales para cobrar la deuda, pero como no lo consiguió impulsó el proceso judicial. En la demanda detalló las tareas que realizaba con máquinas viales y retroexcavadoras. Consignó que trabajaba con tres choferes, quienes operaban las distintas herramientas.
También sostuvo que al concluir las tareas se tomaba registros en remitos que eran suscriptos por la propietaria del predio o por un encargado que trabaja para ella. Todas eran locaciones de servicios pactadas y presupuestadas con anterioridad.
La mujer demandada reconoció haber contratado los trabajos y aseguró que los servicios fueron debidamente saldados. En otras palabras, negó la existencia de cualquier deuda.
Los testigos que se presentaron a declarar dieron cuenta de las distintas tareas realizadas en el campo, que se encuentra en el Alto Valle. Detallaron que se hicieron trabajos de desmontes, limpieza de desagües y establos, que se quitaron los troncos con un camión, movimiento de suelos y emparejado de calles.
Uno de los choferes declaró que él comandaba una retroexcavadora para quitar una alameda, sacar troncos afuera del inmueble y limpiar los canales de riego del campo de la demandada.
Las pericias contables y caligráfica en los remitos acreditaron la pretensión del hombre que inició el juicio. El fallo de primera instancia, que fue apelado, determinó la existencia de la deuda. Y condenó a la mujer a abonar la suma de 1.786.540,50 en concepto de capital más los intereses moratorios.